lunes, 3 de diciembre de 2012

SAFO

ca. 630 - ca. 560

 Sappho, por Charles Mengin (1877)
 
En forma puramente conjetural, podemos fijar la cronología de Safo entre los años precristianos 630-560.
Con mayor grado de seguridad, y con base en fuentes testimoniales, puede afirmarse que la poetisa fue originaria de la villa de Ereso en la isla de Lesbos (la actual Mitilene, en el Mar Egeo). Allí vivió y murió con sólo algún corto periodo de ausencia, motivado por el ambiente político desfavorable a Safo. El exilio resultó bastante positivo para su desarrollo intelectual, pues le permitió viajar e ilustrarse con el contacto de otras culturas. En Siracusa se casó con Kerkilos, un rico mercader con el que tuvo una hija llamada Kleis, y se convirtió en el centro de la vida cultural y artística de esta ciudad. Su marido era un hombre ya mayor y murió al poco tiempo, dejándole una gran herencia.
Aparte de esto y de su pasión por la música, de su existencia sólo conocemos datos inconexos, como los nombres y hechos aislados de sus familiares más allegados. Procedía de una familia noble y adinerada. Su padre era un próspero comerciante de vinos llamado Skamandar, y tenía tres hermanos, todos menores que ella.
Seguramente esta ignorancia respecto de su individualidad dio pie a que desde la antigüedad se elaboraran fantasías sobre su persona y costumbres. 

Safo saltando al mar desde el promotorio leucadio por Théodore Chassériau, c. 1840

Supuestamente perteneciente a la aristocracia, llevó la vida propia de las mujeres de la clase alta, alejadas necesariamente del ambiente de luchas e intrigas políticas; según una tradición que parte de Anacreonte, era homosexual. Se la ha presentado siempre como profesora de una escuela de poesía fundada por ella, lo que es difícil de certificar, aunque sí es cierto que convivía con sus compañeras en un clima distendido y propicio a la contemplación y recreación en el arte y la belleza.
            Por un epigrama sepulcral sabemos de la antiquísima clasificación que se hacía de la obra de Safo en nueve libros; éstos fueron ordenados conforme al tipo de metro empleado y a su acompañamiento musical. De ese total conocemos apenas 200 fragmentos.
                Originalmente escribió sus obras en el dialecto aeólico, y sus poemas fueron copiados repetidamente a lo largo del tiempo en las épocas griega, romana, bizantina, etc. Parece ser que en el año 1.073 d.c. el Papa Gregorio VII ordenó quemar todos los manuscritos con los poemas sáficos, considerados inmorales y pecaminosos, con lo que se perdió para siempre una parte de su obra.
 Las peculiaridades de la obra sáfica son varias. Desde luego, el hecho de que todo tema de elaboración poética procede de la realidad inmediata y cotidiana de la poetisa, y que ante los ojos del lector, ésta se transforma y adquiere profundidad por el sentido de la belleza y amor que se armoniza en los textos; y esta armonía se halla matizada por la delicadeza y inmediatez de la expresión sáfica, en la cual, por otra parte, siempre prevalece una exquisita manifestación del sentimiento.
                Los texto sáficos presentan, en general, una constante temática: el amor; sin embargo, respecto de éste se ofrecen distintas facetas.

Estatua de Safo en Mitilene

            Por ejemplo, el texto a continuación constituye una clara descripción de su conmovedora pasión, para satisfacción de la cual solicita la ayuda de Afrodita. Rasgo original del texto es el examen externo que hace de su propio sentimiento amoroso.

De matizado trono, oh Afrodita,
hija de Zeus, eterna y mentirosa,
ruégote no abatir con penas o ansias
mi alma, Señora;

mas ven aquí, si siempre en otro tiempo
mi voz habiendo oído desde lejos
tú la escuchaste, y viniste, casa
patria dejando

y el áureo carro unciendo: bellos, raudos
gorriones te llevaban sobre tierra
negra, batiendo sus plumosas alas,
desde los cielos

y entre los aires. Pronto ellos llegaron,
y tú, dichosa, con semblante eterno
riendo, inquirías qué sufría hoy, por-
que hoy te invocaba,

qué más quería que le sucediera
a mi alma loca. “Hoy, ¿a quién anhelas
que Peitho lleve hacia tu amor? y ¿quién, oh
Safo, te injuria?

Pues si ella huye, buscará ya pronto,
si dones no recibe, ya dará,
si no ama ella, amará ya pronto,
aun no queriendo”.

A mí ven hoy, y líbrame de afanes
pesados, y tú cumple cuantas cosas
mi alma anhela se cumplan, y tú misma
hazte mi aliada.

La cama de Safo (Charles Gleyre, 1867)
El siguiente texto constituye una evocación de las dulzuras del amor, enmarcadas por los deleites que brinda la incitante naturaleza.

Acá, de Creta a mí, ven a este templo
sacro, en que está tu placentera huerta
de manzanales, y hay altares perfu-
mados de incienso;

Allí agua fría susurra entre las ramas
de los manzanos; con las rosas, todo el
sitio es umbroso y desde trémula hoja
baja el letargo;

Allí, un prado, donde potros pacen,
florea con flores de la primavera,
y brisas dulcemente soplan…

Aquí, oh Cipri, toma…
en áureas copas y graciosamente
vierte tú el néctar que se incluye siempre
entre las fiestas.

Safo y Alceo (Lawrence Alma-Tadema, 1881)

                La poesía sáfica pertenece al género literario que se caracterizó por la expresión de las vivencias más íntimas del escritor, acompañadas por la melodía surgida de instrumentos de cuerda, en especial la lira. De conformidad con el canon formulado por los alejandrinos, Safo es considerada junto con Alceo y Anacreonte, una representante de la lírica monódica; esto es, la poesía recitada por una voz solista.

Oda a Afrodita, de Safo

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